Se ha comprobado que los niños que reciben masajes de forma regular son menos propensos a padecer enfermedades comunes en la infancia, como resfriados o trastornos digestivos, y se desarrollan de manera más saludable.
Los niños, pero sobre todo los bebés, son sensibles al tacto. Las caricias y abrazos que les brindan sus padres desde muy pequeños resultan vitales, pues influyen de manera considerable en su desarrolo emocional y físico. En este sentido, la reflexología es una buena alternativa no solo porque estimula su sistema inmunitario y alivia las diferentes molestias que suelen presentarse en esta etapa de sus vidas (los cólicos, la aparición de los dientes, etc.), sino que permite estrechar los lazos de amor que existen entre padres e hijos.
Si a ello le añadimos que se curan más rápidamente puesto que la energía vital en los niños es mucho más activa que en los adultos, una sesión de reflexología resulta ideal y sin contraindicaciones.
Con la reflexología también se puede aliviar el estrés infantil, los cólicos del recién nacido, descongestionar el pecho cuando existen afecciones en las vías respiratorias, evitar el estreñimiento, estimular la circulación, etc.
Al momento de masajear los pies de los pequeños, se debe ejercer una presión muy suave, pues esta área es más sensible en ellos. Cinco minutos serán suficientes; además, no se requiere mucho tiempo debido al tamaño pequeño de los pies. Sin embargo, el masaje puede repetirse cuantas veces se estime necesario.
Puntos reflejos
En los niños, esta terapia es mucho más sencilla puesto que el mapa de sus puntos reflejos en los pies aún no está muy definido. Frente a
ello, se ha establecido una importante división en los mapas de los pies de los pequeños en función de su edad.
Los dedos son las áreas de la cabeza, como en los adultos. El resto del pie está dividido en tres partes:
- Pecho-pulmón
- Hígado-riñón
- Estómago-páncreas-riñón e intestinos.
Conforme el niño va creciendo, el cambio más notable se produce en la zona digestiva, que se hace más amplia a expensas de la respiratoria.
Desde que nacen hasta los tres años
Los pies de los niños presentan una forma más o menos ovalada pues el arco aún no se ha desarrollado por completo. Y aunque es difícil descubrir la posición de sus puntos reflejos, es fácil cubrir todo el pie varias veces durante el tratamiento.
Desde los tres hasta los cinco años
A los tres años se produce un estrechamiento originado por la formación de los arcos. Con ello, ya es posible identificar la parte central del cuerpo en que se estrecha el pie: la línea refleja del colon transversal.
Aunque los pies son aún muy pequeños para aplicar el tratamiento que se realiza en los adultos, los mapas ya brindan una información útil sobre las divisiones fundamentales.