El fenómeno de la conexión a tierra se descubrió en 1998 mientras Clint Ober, pionero retirado de la industria de la televisión por cable estadounidense, se sentaba en un banco del parque a ver pasar a la gente. Se dio cuenta de que todos usamos zapatos con suela de goma y que estos zapatos nos impiden conectarnos con la tierra. Otro de los pioneros es el médico Stephen Sinatra, cardiólogo certificado y especialista en nutrición y antienvejecimiento, y Martin Zucker que tiene más de 30 años como escritor profesional de curación natural, fitness y medicina alternativa.

 

Clint Ober cuenta: “Cuando era un jovencito recuerdo que un día iba a entrar en uno de los tipis de mis amigos (típicas viviendas de los nativos americanos en forma de carpa), y una de las madres dijo –hay que descalzarse o se enfermarán-, pero yo no tenía idea a qué se refería en ese entonces”.

 

En 1960 se inventaron los materiales sintéticos, y lo primero que se hizo con ellos fue colocarle suelas sintéticas al calzado. De esta manera nos hemos aislado de la tierra por completo hasta el punto de que se torna algo extraño quitarnos los zapatos.

 

El 95% de la gente camina aislada de la tierra. Quizá los zapatos sean la causa de la proliferación de los trastornos de salud, casi todos relacionados con la inflamación.

 

Los seres humanos ya no estamos naturalmente conectados a la tierra; lo primero que hacemos al despertar es ponernos los zapatos. La tierra está dotada de electrones que se absorben a través de los

pies. “Es como tomar antioxidantes, pero los absorbes por los pies”, mencionaba el cardiólogo Stephen Sinatra.

 

Una revisión de la investigación de la conexión a tierra realizada por el Departamento de Biología celular y del Desarrollo de la Universidad de California encontró que volver a conectar el cuerpo a los electrones de la superficie de la tierra en realidad puede resultar en mejoras significativas en las alteraciones del sueño y del dolor.