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EL AGUA, ELEMENTO VITAL



Dr. José Luis Pérez-Albela

Médico cirujano

Médico naturista

PERÚ

 

Cada vez que bebemos un vaso de agua depuramos nuestro organismo e hidratamos todas nuestras células y tejidos; pero no todas las fuentes son saludables.

 

Para mantener una buena salud, el agua es tan vital como la comida, incluso más. Sin comida, podemos sobrevivir semanas, pero sin agua, apenas días. Por esta razón, el acto de beber debería experimentarse como un benefactor ritual, gracias al cual, el agua cristalina procedente de las entrañas de la tierra se convierte en parte de nuestro ser.

 

En cada parte de nuestro cuerpo hay agua. Un adulto tiene un 60% de su cuerpo compuesto de agua, mientras que un bebé tiene un 75%. Nuestro cerebro es agua en un 15% y los huesos lo son en un 22%.

 

Todos los procesos que nos permiten estar vivos tienen lugar en el agua, que interviene especialmente en la asimilación de nutrientes, la distribución del oxígeno y la regulación de la temperatura. En las células se encuentra el 40% del agua corporal, mientras que el 60% restante las baña o forma parte de la linfa y la sangre.

 

El tránsito de agua entre el interior y el exterior de cada célula es un proceso fundamental para la salud, pues de él depende que las células tengan la cantidad suficiente de agua para su buen funcionamiento y para que puedan eliminar las sustancias de desecho.

 

OCHO VASOS AL DÍA

Es crucial consumir la cantidad necesaria de agua para mantener el equilibrio hídrico del cuerpo; obteniendo la mitad de alimentos y el resto al beber (de 6 a 8 vasos al día). 

Estas necesidades aumentan si hacemos mucho ejercicio físico o si la temperatura ambiental es alta. Pero más importante que la cantidad es la calidad del agua.

 

CÓMO RECONOCER SU CALIDAD

La fórmula química del agua H2O hace pensar que se trata de un elemento simple, compuesto por átomos de oxígeno e hidrógeno, pero esto solo es cierto en el agua pura que se obtiene artificialmente por destilación. En la naturaleza, el agua absorbe una gran cantidad de sustancias en su constante fluir, desde minerales beneficiosos hasta metales y compuestos químicos tóxicos. Todos estos elementos se pueden encontrar en menor o mayor cantidad en las aguas que consumimos, incluso en la embotellada.

 

AGUA CON POCOS MINERALES


Entonces, ¿cuál es la mejor agua para beber? Según el médico higienista Karmelo Bizkarra, “la mejor es el agua de manantial que procede de las altas montañas, que se ha filtrado a través de rocas graníticas”.

 

El agua de manantial es la más saludable porque es la que mejor colabora con el sistema de depuración del cuerpo, tarea que realizan especialmente los riñones con ayuda del mecanismo de transpiración.

 

Los riñones son filtros que, con la ayuda del agua, eliminan los desechos tóxicos que se encuentran en la sangre. Este sistema funciona bien cuando se ingiere la cantidad suficiente de agua con bajo contenido en minerales (aguas blandas). En cambio, algunas bebidas sobrecargan la labor de los riñones en lugar de ayudar, como el alcohol, las bebidas carbonatadas, el café, el té negro o la leche.

Por otra parte, el agua baña todas las células del cuerpo y si se encuentra poco mineralizada, tendrá mayor capacidad para arrastrar los residuos que encuentre a su paso. Este arrastre solo es posible si el agua que rodea a la célula tiene una concentración de elementos menor que la que está en su interior, pues toda el agua corporal tiende a equilibrar su composición en ambos lados de la pared celular. Además, el agua ligera, con pocos residuos, atraviesa rápidamente las paredes intestinales y se distribuye por todos los tejidos del cuerpo.

Algunos expertos aseguran que, las aguas blandas benefician la salud siempre que se combinen con una alimentación equilibrada. La prueba se encuentra en el pueblo Hunza de Pakistán, que se caracteriza por su longevidad posiblemente debido a su dieta rica en vitaminas y minerales y a que beben agua pura procedente del deshielo de la nieve de las montañas.

 

Pero si los minerales son nutrientes, ¿por qué no es conveniente que el agua los contenga en abundancia? Una alimentación equilibrada debe proporcionar la cantidad suficiente de minerales, así que no es necesario buscarlos en el agua.

 

Por otra parte, los minerales del agua no son asimilados con la misma eficacia como se asimilan por medio de los alimentos. Sin embargo, según el Dr. José Ignacio Gómez, ex catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad de Zaragoza, las aguas muy poco mineralizadas no son recomendables para las personas con problemas circulatorios, pues en determinadas circunstancias pueden debilitar la pared de las arterias.

 

AGUAS ESPECIALES


En general, distinguimos entre el agua potable, la que ha sido depurada y se considera apta para el consumo público y el agua no potable, que no ha sido depurada. Pero existen otros tipos de aguas “especiales”, que se escapan de esta clasificación, como el agua destilada o el agua de lluvia.

 

El agua destilada solo se puede obtener artificialmente a partir del vapor del agua hervida o por un proceso de ósmosis inversa. En el mercado se puede encontrar este tipo de agua bajo la etiqueta “agua preparada”.

 

Su efecto sobre la salud es objeto de polémica entre los terapeutas que no acaban de ponerse de acuerdo, unos dicen que es adecuada en curas de desintoxicación o para tratar problemas renales, y otros afirman que pueden arrastrar los minerales del cuerpo en exceso. 

 

El agua de lluvia no contiene minerales, pero puede incorporar sustancias tóxicas que se encuentran en la atmósfera. Por esta razón no es aconsejable beberla.

 

EL AGUA ES VIDA


A menudo, valoramos las propiedades del agua por su composición química, pero la principal característica de este elemento es la fluidez, el constante movimiento.

 

En los años sesenta, el científico Theodor Schwenk, investigó el movimiento del agua (los remolinos, vórtices y formas que traza al rozar con el aire o los objetos) y llegó a la conclusión de que solo el agua limpia y en movimiento podía considerarse como “agua viva”.

 

Para calibrar la vitalidad del agua ideó una prueba física, el “test de la gota sensible”, que consiste en precipitar unas gotas sobre una base de glicerina para apreciar las tomas que crea. La de manantial y de calidad produce dibujos vistosos y complejos, mientras que el agua estancada y contaminada da lugar a simples círculos.

 

El hijo de Theodor Schwenk, Wolfram Schwenk, continúo sus investigaciones y afirma que, “el agua buena no tiene tóxicos, ni metales pesados, pero, además, se mueve. El agua de mala calidad no tiene facilidad para fluir”.

 

Algunos efectos beneficiosos del agua están relacionados con su actividad eléctrica. A la orilla del mar o cerca de una catarata hay una mayor proporción de iones negativos en la atmósfera y su efecto es relajante. El agua en movimiento también posee iones negativos y beberla favorece el equilibrio eléctrico del cuerpo.

 

Asimismo, el agua tiene la capacidad de recoger y transmitir información de los elementos con los que entra en contacto, de ahí la eficacia de los preparados homeopáticos. Además, nos pone en contacto con todas las sustancias existentes en la tierra.


 

CONSEJOS PARA BEBER AGUA

 

- La temperatura ideal para beber agua se sitúa entre los 16 y 20 grados, es decir, fresca pero no fría.
 

- Llena por la mañana una jarra de litro y medio o dos litros para beber durante el día. Si decides beber agua del grifo, llena la jarra antes de dormir para que durante la noche se evapore parte del cloro.
 

- Remueve el agua, así recuperará oxígeno y movimiento. 
 

- Aprovecha cualquier oportunidad para probar agua en plena naturaleza, siempre que tengas las garantías de higiene necesarias.
 

- Varía el tipo de agua de consumo. El médico naturista Santiago de la Rosa aconseja cambiar de marca cada 15 días. Así nos aseguramos de que el organismo no se acostumbre a las características de un agua determinada.
 

- Mejor en envase de vidrio. Este material es más ecológico, no desprende ningún tipo de sustancia y es reutilizable y reciclable. En cambio, los plásticos, especialmente el PVC, son porosos y pueden transmitir sustancias contaminantes, sabores y olores extraños.

 
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